El fantasma de Los Rodeos - Tenerife

lunes, marzo 19, 2007

 

Conocido como La niña de la Garita.
El accidente. Mientras los aviones se dirigían a Gran Canaria, una bomba colocada por el Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC) explotó en la terminal de pasajeros del aeropuerto. Más tarde hubo una segunda amenaza de bomba y el aeropuerto fue cerrado y ambos vuelos fueron desviados al aeropuerto de Los Rodeos en la vecina isla de Tenerife junto con otros muchos vuelos. En aquel entonces, Los Rodeos era aún demasiado pequeño para soportar fácilmente una congestión semejante, además de disponer en ese momento de tan sólo dos controladores aéreos y no portar radar de tierra, y el aeropuerto Reina Sofía, que se abriría en noviembre de 1978, seguía aún en fase de construcción. Cuando el aeropuerto de Gran Canaria fue reabierto, el personal de vuelo del avión de Pan Am (PAA 1736) procedió a pedir permiso para el despegue hacia su destino, Gran Canaria, pero se vio forzado a esperar debido a que el vuelo de KLM (KLM 4805) bloqueaba la salida a la pista de aterrizaje. Ambos vuelos habían recibido la instrucción de desplazarse por la pista de aterrizaje en lugar de hacerlo por la de rodaje debido a la congestión provocada por el desvío de vuelos desde el aeropuerto de Gran Canaria. El KLM 4805 pidió permiso para repostar y llenó sus tanques con 55.000 litros de combustible, tras lo que recibió permiso para encender sus motores y desplazarse por la pista principal hasta alcanzar el final. Recibió instrucciones para que una vez allí, realizara un giro de 180 grados y esperara a la confirmación del despeje de la ruta. Más tarde, el PAA 1736 recibió instrucciones para desplazarse por la pista de despegue, abandonarla al llegar a la tercera salida a su izquierda y confirmar su salida una vez completada la maniobra. Pero el PAA 1736 se pasó de la tercera salida (se supone que no la vio debido a la intensa niebla o que la maniobra necesaria era muy compleja para un "jumbo") y continuó hacia la cuarta. A pesar de no haber recibido permiso para el despegue y debido a un malentendido del piloto y copiloto holandeses, desde el KLM mandaron el mensaje por radio de que se disponían a despegar. Al no esperar el despegue, ya que aún no tenían autorización, la torre de control interpretó el mensaje como que el avión se encontraba en posición de despegue y respondieron diciendo que se mantuvieran a la espera para despegar. La torre de control pidió a PAA 1736 que le comunicase tan pronto como hubiera despejado la pista. En la cabina de KLM 4805, ya en despegue, nadie confirmó la recepción de estos mensajes y PAA 1736 anunció que aún se encontraba rodando por la pista y que informaría al despejar la misma. Justo después de esto, el ingeniero de vuelo y copiloto holandeses mostraron dudas de que la pista estuviese realmente despejada, a lo que el capitán, Jacob Veldhuyzen van Zanten, respondió con un enfático "Oh ya", y quizá creyendo difícil que un piloto experto como él cometiese un error de semejante magnitud, ni el copiloto ni el ingeniero de vuelo hicieron más objeciones. El avión siguió su carreteo y logró despegar y ascender unos pocos metros. El impacto se produjo unos trece segundos después, a las 17:06:50 GMT, tras lo cual los controladores aéreos no pudieron volver a comunicarse con ninguno de los dos aviones. Debido a la intensa niebla, los pilotos del avión de KLM no pudieron ver al avión de Pam Am en frente. El vuelo KLM 4805 fue visible desde PAA 1736 aproximadamente 8 s y medio antes de la colisión, pero a pesar de haber intentado acelerar para salir de la pista, el choque era ya inevitable. EL KLM ya estaba completamente en el aire cuando ocurrió el impacto, a unos 250 km/h. Su parte frontal golpeó la parte superior del otro Boeing, arrancando el techo de la cabina y la cubierta superior de pasajeros, tras lo cual los dos motores golpearon al avión de Pan Am, matando a la mayoría de los pasajeros de la parte trasera instantáneamente. El avión holandés continuó en vuelo tras la colisión, estrellándose contra el suelo a unos 150 m del lugar del choque, y deslizándose por la pista unos 300 m más. Se produjo un violento incendio inmediatamente y a pesar de que los impactos contra el Pan Am y el suelo no fueron extremadamente violentos, las 248 personas a bordo del KLM murieron en el incendio, así como 321 de las 380 personas a bordo del Pan Am, incluyendo 9 que fallecieron más tarde por causa de las heridas. Las condiciones atmosféricas hicieron imposible que el accidente fuera visto desde la torre de control, desde donde solamente se oyó una explosión seguida de otra, sin quedar claros su situación o causas. Momentos después de la colisión, un avión situado en la plataforma de estacionamiento avisó a la torre de que había visto fuego. La torre hizo sonar la alarma de incendios inmediatamente y, aún sin saber la situación del fuego informaron a los bomberos. Éstos se dirigieron a la zona a la mayor velocidad posible, lo que debido a la intensa niebla seguía siendo demasiado lenta, aún sin poder ver el fuego, hasta que pudieron ver la luz de las llamas y sentir la fuerte radiación de calor. Al despejarse un poco la niebla, pudieron ver por primera vez que había un avión completamente envuelto en llamas. Tras comenzar a extinguir el fuego, la niebla siguió despejándose y pudieron ver otra luz, que pensaron sería parte del mismo avión en llamas que se había desprendido. Dividieron los camiones y al acercarse a lo que pensaban era un segundo foco del mismo fuego, descubrieron un segundo avión en llamas. Inmediatamente concentraron sus esfuerzos en este segundo avión ya que el primero era completamente irrecuperable. Como resultado, y a pesar del gran alcance de las llamas en el segundo avión, pudieron salvar la parte izquierda, de donde más tarde se extrajeron entre quince y veinte mil kilos de combustible. Mientras tanto, la torre de control, aún cubierta en una densa niebla, seguía sin poder averiguar la situación exacta del fuego y si se trataba de uno o dos aviones implicados en el accidente. Según los supervivientes del vuelo de Pan Am, entre ellos el capitán del vuelo, Victor Grubbs, el impacto no fue terriblemente violento, lo que les hizo creer que se había tratado de una explosión. Unos pocos situados en la parte frontal saltaron a la pista por aberturas en el costado izquierdo mientras se producían diversas explosiones. La evacuación, sin embargo, se produjo con rapidez y los heridos fueron trasladados.
Apariciones. Semanas después del accidente, empezó a circular el rumor de que, durante la ardua tarea de recuperación e identificación de los restos humanos, nunca apareció el de una niña, (o el de un niño, según la versión).
Un testigo. El muchacho se encontraba una noche de vigilancia en una garita. Debían ser en torno a las tres de la madrugada. Súbitamente, se cruza delante suyo, un niño. Estaba a unos 15 metros. “Recuerdo que tenía el cabello oscuro y la piel pálida, aunque con un cierto brillo. Además, portaba un camioncito de juguete” nos relataba. Cruzó de izquierda a derecha y se perdió. La observación duró unos 15 o 20 segundos. Nuestro protagonista se quedó un tiempo de reaccionar y pensó “¿qué demonios hacía un niño de 5 años a aquellas horas por allí?”. Por la zona no hay viviendas cercanas. El soldado empezó a notar cierta ansiedad. Abandonó su puesto en la garita junto a su arma reglamentaria. Se llegó a alejar de su puesto unos cien metros en busca del niño. No vió ni rastro. Volvió a la garita, con un gran malestar y llamó a través del teléfono al puesto de guardia. Al momento se personó en la garita un Land Rover con un cabo y dos soldados. Al entrar en el puesto de vigilancia se encontraron a nuestro testigo en el suelo, víctima de una lipotimia. El cabo se asustó al ver el rostro descompuesto del muchacho. Al día siguiente, el soldado es llamado para reunirse en un despacho de esta base militar con un alto mando para dar parte de lo ocurrido, resolvieron que debía tomar vacaciones sin hablar con nadie de lo ocurrido.
Otro testigo Sucedía en Marzo de 2004, estando de instrucción nocturna. El reloj marcaría en torno a las dos y media de la madrugada. Uno de los compañeros que se encontraba a unos 200 metros del resto del grupo, llegó corriendo, presa de una gran agitación. “¡He visto una niña, he visto una niña!”. La describía como de unos siete años, con melena oscura y unos intensos ojos azules. Enseguida hicieron una batida para buscar a la pequeña pero no encontraron nada de nada. Podemos destacar el relato de otro compañero militar que afirmaba haber oído lamentos y sollozos de niños por la noche, cuando se encontraba en Las Raíces.
Más testigos. Un teniente que gusta de salir a hacer ejercicio físico por los alrededores de la base, aprovechando la carretera que va paralela a la pista, al llegar a un recodo, pasando los hangares, puede ver claramente a una niña, con la cabeza hacia abajo y sin piernas, desplazarse sin tocar el suelo.

1 comentarios:

administrador dijo...

YO ESTUBE ALLI Y NO VI NADA PERO TE ASEGURO QUE ALLI ALGO PASA Y NO ES SOLAMENTE EN LA GARITA SI NO EN TODO EL CUARTEL DE LOS RODEOS